MIERDA SOBRE PLÁSTICO
Por Artza Bastard
Soy un cadáver
despedazado. Me encuentro metido a trozos en unas malolientes bolsas
de basura negras, dentro del maletero de un coche abandonado. Me han
descuartizado de puta madre para que pueda entrar en esta chatarra de
vehículo. Mi cabeza está en una bolsa, mis piernas y genitales en
otra y el torso y los brazos en la última. Ni siquiera se han
molestado en pegarnos fuego. Señal de que se la suda que me
encuentren, total, nadie se va a poner a investigar la desaparición
de un mierdaseca como yo. Y menos con la de ejecuciones mafiosas que
hay en esta época. Así que aquí estoy yo, pudriéndome sin remedio
mientras los carroñeros insectos y gusanos se amontonan impacientes
a la espera de que se abra la veda para nutrirse de mis restos.
Y toda la demás
escoria de la ciudad bebiendo y jodiendo como putos tarados. Además
van por la vida como si se lo hubieran ganado o se lo merecieran o
algo por el estilo. Bastardos… Yo he sido un hombre honrado. He
seguido las reglas sin putear a nadie. He sido educado con la gente,
siempre me he comportado como un ser civilizado, he sido pacífico,
no me he metido en líos, hasta he sido solidario con los
necesitados. Lo que se dice un ciudadano ejemplar, un puto buen
samaritano de los cojones. ¿Y qué es lo que gano? Un tiro en la
nuca y un desmembramiento deluxe. Mierda de vida… Solo por desear
un coño, ¡joder! Yo, como la mayoría de la gente de este sucio
planeta, solo quería follar, nada más. Y no creo que tuviera que
morir por eso. Estaba harto de alternar entre mi mano izquierda y
derecha, así que me puse a buscar en los bares clandestinos de esta
ciudad del pecado. Nada más. No me he acostado con el amor platónico
de nadie, no he pegado ni herido a ningún ser inhumano, ni siquiera
le he salpicado con la meada al mítico hijo puta camorrero mientras
orinaba hasta el culo de bebercio. No he hecho nada en mi vida, ni
bueno ni malo. Nada. Y ya no voy a poder hacer nada más.
En menuda puta
situación me encuentro metido yo también, caguen Dios. Tampoco digo
que vivir mi vida fuera mejor que esto, sinceramente. Mi tiempo en
este mundo ha estado lleno de fracasos, decepciones, calabazas,
soledad y mucha mierda. Eso, y un montón de pajas a oscuras al
amparo de la luna de sangre sumido en la deprimente inmensidad de mi
lúgubre habitación de motel. Ostia… Menudo currículum. Quizá
debería haberme suicidado hace tiempo, pero tenía muchas metas que
me habría gustado cumplir. Cosas como una familia de mierda
cimentada en el sólido odio, trabajos de poca monta para acumular
más deudas que beneficios, un buen coche con el que quedarme tullido
o yo que sé, pillarme alguna venérea mortal fornicando en un oscuro
callejón cercano al puerto, con los disparos y las sirenas
amenizando la velada. El puto sueño americano: desangrarte en
cualquier sucia esquina con las ratas mordisqueándote los tobillos.
Te llenan la cabeza de sueños y de falsas esperanzas para que no te
des ni cuenta de la mierda entre la que vives. Yo como buen
gilipollas me lo creí todo, me imagine un futuro lleno de
posibilidades y de logros. Y ahora lo único que me espera es
observar la lenta descomposición total de mi cuerpo, contando solo
con la compañía del cabrón que más odio. Yo mismo.
Pero de nada sirve
lamentarse en mi situación. Hay que ser positivo, mirar las cosas
con perspectiva. Vale, estoy muerto, y que eso sea una putada no me
lo niega ni Dios. Pero por otra parte, se acabaron, las
preocupaciones, los marrones, los impuestos, el trabajo, tener que
cotizar, las obligaciones, las elecciones, los políticos, las
mentiras, el tener que socializarme, la sequía y la hembruna, las
Navidades, la moda, la religión, la moral, l@s retrasad@s, los
hipsters, las resacas,... todo eso se va a tomar por culo, por fin.
Se acabo este tedioso sin sentido al que la gente de hoy en día le
llama vida, que no es otra cosa que una puta farsa orquestada y
representada por todo el mundo a la perfección. Sin que ningún
jodido borrego cabrón consiga escapar del redil.
Yo,
en cambio, soy libre por fin. He conseguido acabar con las cadenas
que me unían a esta mierda de existencia. Ahora si me apetece, de
repente, descojonarme en tres y alquilar unas bolsas de basura dentro
de un maletero, nadie puede decirme nada. ¡Nadie! O si quiero
desaparecer de la faz de la Tierra, sin darle explicaciones a ningún
bicho viviente, puedo hacerlo también. Sí… Si lo piensas bien
tampoco está tan mal. De hecho, me atrevería a decir que mi futuro
se presenta esperanzador y todo…